22 de julio de 2010

REFLEXIONES ACERCA DE UN BUEN MATE


Últimamente reflexionando acerca de los mates lavados que tomo, aquí fuera de mi país, me preguntaba cual podría ser el motivo de mates tan asquerosos. La yerba es la misma, directamente traída de la Argentina por parientes y amigos que se cargan las valijas de esto que, para los que no lo conocen es casi una droga. Tal vez hasta sea comprada en el exacto idéntico negocio, la marca es la misma, y sin embargo…

Lo admito, que me esforzaba por explicar que no es una droga al principio, pero después me di cuenta que era mejor hacer como una amiga que tan cuerda no era, pero que cuando alguien la veía en la playa tomando mate y se sentía demasiado escrutada les decía: “Es droga, querés?” Y la policía nunca vino a arrestarnos así que no es oficialmente estupefaciente pero tengo que decir que después de una jornada larga vuelvo a casa pensando en dos cosas: sacarme los zapatos y tomarme un mate.

Es una sana dependencia, pero andá a explicárselo a uno que no toma de tu vaso, y prefiere arrojar una confección entera de vasitos de plástico antes que tocar con su boca lo que tocó la tuya. Andá a explicárselo a uno que no te toca con su tenedor la comida cuando se tiene que servir, porque se utiliza un tenedor imparcial y neutral si algo es para todos. Andá a explicarle que la bombilla pasa por la boca de todos tus amigos o parientes y puede caer algún desconocido y que no existe un desinfectante de bocas, y que la escena de limpiar con el repasador queda muy linda pero no limpia un cuerno. Andá a explicarle que fue así que de chicos nos hicimos los anticuerpos (y comiéndonos un puñado de tierra o una que otra lombriz).

Andá a explicarle al italiano que se toma un café en pie en la barra del bar y sale después de dos minutos que para bajarte un termo de mate le podrías poner una mañana entera. Muchas veces quise paragonar la dependencia de mate argentina a la dependencia de café italiano, es solo que el café es veloz, termina enseguida, a veces es solitario, pero admito es también una excusa para ir a un bar a hablar al menos dos minutos con quien te lo prepara, antes de ir a trabajar o cuando sea. El mate también es una excusa, pero es una excusa lenta, una excusa que necesita tema de conversación, profundidad, filosofía. Es una excusa que perdona y reconstruye, porque es imposible mandar a alguien al diablo si se está tomando un mate.

En mis largas reflexiones llegué a creer que el mate era como la ensalada: que es más rica cuando la prepara otro. Le di también la culpa al agua, más pesada, con más calcio. Culpa al mate en sí, o a la bombilla, pero a decir verdad, era siempre el mismo mate y la misma agua cuando vinieron a visitarme mis hermanas, mis parientes, y sin embargo cuando estaban ellos tenía otro sabor. Un día, mientras estaba sola tomando un mate, me di cuenta finalmente que cosa era que le faltaba a mi mate: la compañía.

                                                                                                                                                                      B.A.

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