20 de junio de 2011

EL CAMINO DEL AGUA

El Señor Bormioli sabía muy bien que el agua era un bien precioso. Lejanos eran ya los tiempos en que había sido niño y se había divertido junto a los empleados de servicio lavando el auto en la parte posterior de la mansión paterna. La manguera perdía agua, dejando un río de líquido potable, y la canilla quedaba abierta largo tiempo sin que nadie utilizara el agua que se iba por las alcantarillas. Por aquellos tiempos no se era consciente del pecado cometido contra la humanidad que se estaba realizando con un gesto similar. Pero con el tiempo aquello había cambiado. Los científicos advertían que el agua era un bien precioso, la tecnología doméstica comenzó a cambiar a favor el ahorro del agua. Aparecieron lavaderos automáticos que dispensaban la cantidad justa y necesaria de agua, y sólo para enjuagar el auto. Lavar el auto desperdiciando agua fue prohibido. Más adelante aparecieron lavaderos a seco. Prácticamente sin agua.

Bella fue la era del desperdicio del agua, así la llamaron los estudiosos de medio ambiente. Y si por aquellos años, el vivir con pocos litros de agua al día era una condena de pobre gente en África, ese continente lejano, casi de otro mundo, donde los pueblos poseían agua pero no tenían los medios ni el dinero para distribuirla, pues, hoy en día hasta uno como el Señor Bormioli, había tenido que adaptarse a los tiempos que cambiaban velozmente.

De la era del desperdicio del agua, le había quedado un bello recuerdo, una dulce nostalgia y ningún remordimiento. Los diarios comenzaban a anunciar que se estaba utilizando más agua de la que la tierra poseía, pero muchos como el Señor Bormioli no creían que la sequía forzada llegaría tan rápido. Muchos como él pensaban, que eso sucedería a las dos o tres generaciones futuras, y no dejando descendencia alguna, el Señor Bormioli no se preocupó demasiado por cerrar canillas.

Es más, su señora esposa, había deseado tres fuentes en el jardín de la mansión, apenas se mudaron, y cada una con una estatua esculpida que representaba a sus tres animales domésticos. Y no se preocupaban demasiado si la piscina estaba siempre llena aunque nadie la usara, visto que hubiera sido ridículo tenerla vacía.

Mientras tanto la empresa de los Bormioli excavaba en busca de diamantes y metales preciosos en remotos lugares del mundo, donde estaba permitido aplastar años de derechos humanos y tratados internacionales para el ambiente con unos cuantos dólares, conminando ríos de los que otros beberían, ellos no. Hasta que un día Madre Natura, cerró la canilla. El agua, de repente, terminó.

Podrá parecer absurdo pero así fue. Las precipitaciones ya no traían la cantidad de metros cúbicos de agua suficiente para acaudalar los ríos, porque eran más bien huracanes tropicales, que se habían extendido por toda la tierra, gracias a la falta de forestación. Los ríos, fueron secándose, y la contaminación pasó de los cauces de agua a la tierra, así fue que comenzaron a desaparecer las últimas forestas. Los árboles que habían sobrevivido a la sierra eléctrica, protegidos por una ley de salvaguardia de sancionada en los últimos años, morían por el envenenamiento del suelo, arrastrando las pocas especies animales sobrevivientes a la extinción.

Los hielos se derritieron por el calentamiento terrestre, y aquella agua fue recuperada antes de contaminarse o perderse en el mar, y fue almacenada en grandes reservas, que comenzaron a ser distribuidas a la población. Los Bormioli, millonarios y potentes por generaciones, utilizaron todas las cuentas bancarias que fueron necesarias para comprar los últimos litros de agua disponibles en el mercado negro.

Mientras tanto la población mundial se había reducido a la mitad. Justo cuando fueron inventados los canales subterráneos de salvaguarda del agua. Es decir, el único lugar conocido por el hombre donde aún quedaba agua, eran las napas subterráneas, que, a riesgo de llegar a ser contaminadas irreversiblemente por el estado del terreno, debía ser encanalada y extraída.

Cuando fueron prohibidas también las piscinas y las fuentes, los Bormioli, decidieron rellenar ese inmenso espacio con plantas. Pero al final fue imposible mantenerlas, visto que cada litro de agua que adquirían clandestinamente costaba más que el oro.

En ese preciso minuto en el que el Señor Bormioli se lavaba la cara con la canilla abierta, tres mil personas estaban muriendo por falta de agua. Era en el 2010, los tiempos en que morían solamente cinco mil niños al día por causa de la falta de agua o enfermedades trasmitidas a través del agua, o contaminación del agua, allá por inicios del siglo. Eran bellos aquellos tiempos, porque esa gente que moría era tan lejana que no entristecía el paisaje que los circundaba, y el nivel del mar no se había alzado tanto como ahora, arrastrando ciudades enteras, basura, cadáveres, mal olor.

La crisis del agua había alcanzado niveles decididamente extremos, y los últimos multimillonarios del mundo habían en poco tiempo unido fuerzas para comprar el proyecto más ambicioso que el hombre jamás hubiera podido pensar. El agua bastaría apenas para un año más divida entre las 40 familias más poderosas de la tierra. Los pocos que habían podido acaudalar el dinero que en los últimos años giraba por el mundo, habían podido subscribir una firma para la compra del pasaje que los llevaría lejos de ese planeta que estaba a punto de desaparecer. El agua, elemento fundamental para la vida humana había sido descubierta en Marte.

Faltaba solo una semana para el adiós a la Tierra. La señora Bormioli colocó en preciados baúles de piel de cocodrilo los bienes más preciados que poseía. Joyas, sobre todo, visto que los otros objetos de valor, como cuadros de autor, jarrones, y cuanta obra de arte de valor incalculable, no podía ser embarcada.

Los demás objetos de valor fueron guardados en la bóveda de un búnker de última generación que el señor Bormioli había hecho construir en la mansión años atrás, en caso que alguna misión lograra retornar a la Tierra para buscar los bienes que habían tenido que dejar. Más o menos así habían hecho las restantes familias que se preparaban a partir para siempre de aquel lugar contaminado, devastado, quebrado, inundado. El aire había comenzado a llenarse de partículas altamente venenosas, y algunos habían comenzado a enfermarse de innumerables alergias que el poco tiempo no permitía estudiar y curar. Aquel lugar se había vuelto privo de condiciones para la vida humana.

Aquella mañana de un día no tan lejano, los últimos ricos del mundo, reunidos en uno de los montes más altos del mundo, se preparaban a subir a la nave que los albergaría hasta que llegaran al nuevo hogar, donde los esperaba una vida nueva. Comenzaban a subir uno a uno, algunos sin mirar atrás, comenzaban a sentarse en sus cómodos asientos sin siquiera abrir las ventanillas para observar ese cielo cubierto por una nube negra de polución que los acompañaba ya desde hacía tiempo.

La seriedad reinaba entre aquellas personas, quién sabe tal vez por la falta de luz solar que venían padeciendo. Algunos de ellos soñaban el momento en que habrían superado la atmosfera terrestre, y habrían visto finalmente después de tanto tiempo la luz del sol.

El embarque se realizaría a lo largo de toda la jornada. En tanto las primeras familias en llegar tomarían posición en sus mini apartamentos situados al interior de aquella lujosa nave que era grande como una ciudad y poseía todos los servicios imaginables para un largo viaje. Desde un pequeño sistema sanitario hasta salas de juegos que recordaban la antigua “Las Vegas”.

Las últimas familias habían hecho la registración de embarque y aún las compuertas no estaban cerradas. Los pocos que, con nostalgia daban un vistazo por última vez a aquel lugar inundado por aguas pantanosas, contenientes todo tipo de cadáveres animales, vegetales y humanos, azotada por fuertes vientos, terremotos y tormentas, compartieron una copa de champagne ofrecida por el señor Bormioli, a quién siempre había agradado dar muestra de su poderío con gestos señoriles. Asomados al gran ventanal principal, vieron con gran sorpresa levantarse aquella gigantesca ola negra, que los últimos científicos sobre esa nave habrían catalogado como el Tsunami más grande de la historia de la Tierra, y el último de la historia de la humanidad, si hubiesen tenido del tiempo de tomar apuntes antes de morir no ahogados, sino azotados por la furia de una ola gigante.


BI CHO

14 de junio de 2011

NDIGNAOS! Stéphane Hessel, Madrid y Gerardo Angiulli


Como me gusta empaparme de mundo, me desespero por sentir música de otros lugares, y así los momentos se van asociado imágenes hasta convertirse en recuerdos. Por eso cuando viajo un paisaje en la mente va siempre de la mano de una canción, inevitable. Me gusta saber qué pasa en el mundo aunque a veces me abstengo de TV y noticias por largos períodos para no enfermarme de tristeza crónica, y porque lo que busco, por lo general no está allí. Por eso adoro las historias de viajeros, de ancianos con experiencia, de quién tenga algo para contar.

Ayer me contaron sobre los indignados y soy curiosa porque el movimiento en Italia no se conoce, es una noticia que no existe y nunca se habló de ello. La televisión estatal está en manos de nuestro Presidente del Concejo, y el resto de las televisiones gratuitas pertenece a su familia desde siempre, al igual que la mayor parte de diarios, prensa, editoriales. Y por miedo al contagio la mejor vacuna es la ignorancia, osea que nunca sepamos nada.

Una persona muy cercana a mí en estos días estuvo en Madrid y trajo imágenes que compartiré con ustedes, a ello me aconsejó las palabras de un sabio señor de 93 años, nacido en Alemania y radicado en Francia, con una larga historia por detrás como sólo uno que participó a la Declaración Universal de los Derechos Humanos puede tener. Para que todo tenga una armonía en mi mente faltaría un poco de música del momento, lo que ser escucha en España ahora. Hay alguien que cante lo que está pasando? Seguramente algunos de mis amigos españoles me aconsejará bien.

Entonces los dejo con algunas frases del excelente libro de Stéphane Hessel "Indignaos", que les invito a leer en http://www.slideshare.net/nuestrocanto/stphane-hessel-indignaos,  junto a las fotos frescas del fotógrado Gerardo Angiulli. Las adoro porque en ellas se ven diferentes puntos de vista, y cada uno dentro se reconoce en el suyo. Y los invito a visitar su sitio http://www.angiulli.info/



"Una verdadera democracia necesita de una prensa independiente (...) esto es lo que está en peligro hoy en día."


"Crear es resistir, resistir es crear."

"Hagamos siempre un llamamiento a una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen como horizonte para nuestra juventud más que el consumismo de masas, el desprecio de los más débiles y de la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos."


"Se puede decir que el terrorismo es una especie de exasperación. Y que esta exasperación es un término negativo. Uno no se debe exasperar, debe esperar. La exasperación es la negación de la esperanza. (...) Estoy convencido que el futuro pertenece a la no-violencia, a la conciliación de las diferentes culturas. (...) Uno no puede excusar a los terroristas que arrojaban bombas, pero puede comprenderlos"


"En cuanto a Gaza, esta es una prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos. (...) Que los judíos puedan cometer crímenes de guerra es insoportable. Desgraciadamente, la historia muestra pocos ejemplos de pueblos que aprenden de su propia historia."


"Hoy mi principal indignación concierne a Palestina, la franja de Gaza y Cisjordania. Este conflicto es un motivo propio de indignación."


"Es posible identificar desde ahora dos desafíos nuevos:
1- La diferencia que existe entre los muy pobres y los muy ricos, la cual no deja de crecer. (...) Los muy pobres del mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. (...) La constatación de este hecho debería suscitar por sí misma un compromiso.

2- Los derechos del hombre y el estado del planeta. "


"La no-violencia es la la manera más segura de hacer cesar la violencia"


"La violencia vuelve la espalda a la esperanza."


"La peor de las actitudes es la indiferencia"


" Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos."



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"...el conjunto de la sociedad no debe dimitir ni dejarse impresional por la actual dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia."


"La brecha entre los más pobres y los más ricos no ha sido nunca tan grande, ni la búsqueda del dinero tan apasionada"

(Frases del libro de Stéphane Hessel "Inedignaos".)






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2 de junio de 2011

UN CHISTE



La vida es un chiste

una broma a veces pesada

una forma de humor extraña

una cosquilla que busca la carcajada



La vida es un chiste

algunos lo saben y se ríen

a otros no les hace ninguna gracia

y hay otros que aún no han caído



La vida es un chiste

a veces se termina

cuando recién lo entendiste





B.A.