17 de marzo de 2011

LAS COSAS POR LAS CUALES VALE LA PENA VIVIR

Les voy a seguir contando cosas de él, y de por qué me gusta tanto. Hablo de Roberto Saviano, el escritor italiano de “Gomorra”, que recientemente participó en la creación del programa televisivo “Vieni via con me” (Algo así como . “Vámonos juntos”) en el canal 3 de la Rai.

Dice Roberto que para un escritor la televisión es como respirar debajo del agua. Yo creo que respiró mejor que un pez debajo del agua. Era como si le faltara el aire a veces, pero era lindo verlo así, sincero, trasparente. A mí también me falta el aire cuando me emociono o estoy nerviosa. A Roberto le puede llegar a faltar el aire, pero lo que nunca le faltará es la palabra.

Consideren que desde que publicó su libro “Gomorra” Roberto no vive más su vida. Dondequiera que vaya un grupo de guardaespaldas lo protege de las amenazas de muerte que lo persiguen de noche y de día. Se mueve por el país viviendo poco tiempo en el mismo lugar, no puede ver a las personas que ama. Lo admiro profundamente porque creo que las palabras tienen que ir siempre pinceladas por la realidad, son en vano si son totalmente parte de un mundo imaginario, para mí. Las personas que escriben para cambiar el mundo merecen la gloria, no la persecución.

Los medios decían que iba a ser un gran fracaso el programa, que sólo una pequeña minoría lo habría seguido. Y sin embargo los números demostraron que no son pocas las personas que se cansaron de ser representados por una clase política sucia, y de ser englobado en una ecuación en la que todos somos iguales, corruptos, deshonestos y miramos la misma televisión chatarra de mujeres reducidas a culos y tetas, y gente embobada por programas llamados “reality” pero que tienen que ver con una realidad mezquina y limitada. El primer programa superó en rating al rey de esos programas, el Gran Hermano y también los partidos tipo Inter-Barcelona de la Champions League. Yo creo que cada uno con la tv sintonizada en el programa quisimos decirle algo a Roberto: “No estás solo. Tu barrera de protección somos todos nosotros”.

“Llegar a tantas personas te cambia la vida” Dice Roberto. “Cada día me llegaban millones de cartas y mensaje de personas que me recordaban su apoyo, su solidaridad. Me sentía a menudo defendido y abrazado por una unanimidad de la cual por demasiado tiempo había desestimado la fuerza, la dignidad, la pasión. (…) Y entiendes lo que nunca hubieras imaginado: mejor para muchos que haiga una televisión horrenda que justifique el horrendo mundo, en vez de entrever un modo para poder cambiar las cosas, que ponga en crisis a cada uno.” Así descubrió Roberto que a través de la televisión, instrumento considerado una máquina para oscurecer las mentes, se estaba aceptando unas ganas de transformar, de cambiar, de decir que el país es diferente de cómo está representado, diferente de su clase política, diferente del desastre que se está viviendo.

La idea inicial era contar esta Italia diversa a través de listas que serían la gramática de la transmisión. Una idea simple en la cual la participación del público fue máxima: todos pensaron en una propia lista y en transmisión y a través de Facebook les llegaron millones. Bellas, divertidas, dramáticas.

Continúa contando Roberto: “Me sentí siempre atraído por las listas. Un día me gustaría escribir un libro de solo listas. Y estoy seguro que la lista de las cosas por las cuáles vale la pena vivir es un ejercicio fundamental para recordar de qué estamos hechos. Me gustaría pasar el tiempo escuchando lo que escriben las personas, sus diez motivos que dan sentido a la vida. Me hubiera gustado poderlas leer en la transmisión. Pero las palabras hay que saber ahorrarlas. Solo que aquí tengo el papel delante de mí, y él no se sustrae nunca. Desgraciadamente y por suerte. “

Roberto Saviano invita a un ejercicio de escritura, esencial pero para nada fácil. Personalmente probé el otro día a escribir mi propia lista de diez motivos por los cuáles vale la pena vivir. Él dice que no tienen que ser en orden de importancia, y más bien espontáneos. Te pones delante del papel y los diez primeros que te saltan a la mente los escribís. Y quién alguna vez pensó en algo similar? Me pareció algo tan difícil que reflexioné lo siguiente. Primero quiero invitar a todos a hacer el ejercicio y completarlo antes que yo, mandándomelo como comentario. Soy curiosa, yo también quiero saber los motivos de los demás. Y fue esto lo que imaginé para poder escribir los míos. Qué tendría que ser una lista que llevara doblada en mi bolsillo siempre, para sacarla y leerla en aquellos días grises en los que todo me parece ajeno y frío. Prueben ustedes. Yo mientras tanto les termino de traducir y les explico los diez motivos de Roberto Saviano.

1- La mozzarella de búfala aversana. (Es un tipo de queso delicadísimo y delicioso que se hace solo en Nápoles, lugar donde nació el escritor)

2- Billy Evans que toca Love Theme From Spartacus. (No pude dejar de ir a este link y escuchar http://www.youtube.com/watch?v=2NJwZoa3f8Q  )

3- Llevar a la persona que más amas delante de la tumba de Raffaello Sanzio y leer la inscripción en latín que muchos ignoran. (Raffaello Sanzio: pintor y arquitecto italiano del Renacimiento, más conocido como Rafael. Para los que no tienen la oportunidad de verlo en persona, la frase de Pietro Bembo, sobre la tumba del considerado el más grande artista popular de todos los tiempos, dice: “Aquí yace Raffaello, del cual la naturaleza temió, mientras era vivo, de ser vencida; pero, ahora que está muerto, teme morir. “)

4-       El gol de Maradona del 2 a 0 contra Inglaterra en el mundial de México ’86. (Y aquí no puedo estar en desacuerdo. Es un vídeo que como argentina que soy, me pone la piel de gallina. Y ya he hablado en mi blog de Maradona y todo lo bueno y lo malo de mi país que él representa. Pero este es el gol relatado por Victor Hugo, que casi se pone a llorar, y dice “Quiero llorar, Dios santo viva al fútbol… barrilete cósmico, de qué planeta viniste para dejar en el camino tanto inglés?" Emocionante hasta para un italiano. http://www.youtube.com/watch?v=6Emtw0TH_9I )


5- La Ilíada. (Epopeya griega atribuida a Omero)

6- Bob Marley que canta Redemption Song escuchado en los auriculares mientras caminas libre. (http://www.youtube.com/watch?v=IoSjZ0ZmLqU   Pero aquí lo que duele en el alma como una daga es el hecho que Roberto hace tiempo no puede caminar libre, solo, por un parque o plaza, escuchando música en los auriculares. En este mundo al revés no son los criminales los que no pueden caminar tranquilamente por la calle…)



7- Tirarse en lo profundo, donde el mar es mar.

8- Soñar volver a casa después que fuiste obligado a alejarte durante mucho, mucho tiempo.

9- Hacer el amor.

10- Después de una jornada en la que juntaron firmas en contra tuyo, abrir la computadora y encontrar un e-mail de mi hermano que dice: “Estoy orgulloso de vos”.



Y estas últimas no tienen necesidad de explicación.


Espero ansiosa muchas listas...



B.A.

13 de marzo de 2011

MARIO VARGAS LLOSA y los piqueteros intelectuales

Comparto parte de la nota del destacado escritor, del día de hoy publicada en el diario "El país" . He recortado las partes que más me han impactado pero invito a todos a leer la nota completa de Mario Vargas Llosa.



Piqueteros intelectuales


"El grupo Carta Abierta pidió a la Feria del Libro de Buenos Aires que me retirara la invitación para inaugurarla, por mi posición "liberal" y "reaccionaria". ¿Qué quieren, una nueva Cuba? "

"Si tal mentalidad hubiera prevalecido siempre en Argentina el general José de San Martín y sus soldados del Ejército Libertador no se hubieran ido a inmiscuir en los asuntos de Chile y Perú y, en vez de cruzar la Cordillera de los Andes impulsados por un ideal anticolonialista y libertario, se hubieran quedado cebando mate en su tierra, con lo que la emancipación hubiera tardado un poco más en llegar a las costas del Pacífico sudamericano. Y si un rosarino llamado Ernesto Che Guevara hubiera profesado el estrecho nacionalismo de los intelectuales kirchneristas, se hubiera eternizado en Rosario ejerciendo la medicina en vez de ir a jugarse la vida por sus ideas revolucionarias y socialistas en Guatemala, Cuba, el Congo y Bolivia."


"El nacionalismo es una ideología que ha servido siempre a los sectores más cerriles de la derecha y la izquierda para justificar su vocación autoritaria, sus prejuicios racistas, sus matonerías, y para disimular su orfandad de ideas tras un fuego de artificio de eslóganes patrioteros. Está visceralmente reñido con la cultura, que es diálogo, coexistencia en la diversidad, respeto del otro, la admisión de que las fronteras son en última instancia artificios administrativos que no pueden abolir la solidaridad entre los individuos y los pueblos de cualquier geografía, lengua, religión y costumbres pues la nación -al igual que la raza o la religión- no constituye un valor ni establece jerarquías cívicas, políticas o morales entre la colectividad humana. Por eso, a diferencia de otras doctrinas e ideologías, como el socialismo, la democracia y el liberalismo, el nacionalismo no ha producido un solo tratado filosófico o político digno de memoria, sólo panfletos a menudo de una retórica tan insulsa como beligerante. Si alguien lo vio bien, y lo escribió mejor, y lo encarnó en su conducta cívica fue uno de los políticos e intelectuales latinoamericanos que yo admiro más, el argentino Juan Bautista Alberdi, que llevó su amor a la justicia y a la libertad a oponerse a la guerra que libraba su propio país contra Paraguay, sin importarle que los fanáticos de la intolerancia lo acusaran de traidor."


"Me apena que quien encabezara esta tentativa de pedir que me censuraran fuera el director de la Biblioteca Nacional, es decir, alguien que ocupa ahora el sitio que dignificó Jorge Luis Borges."


Leer la nota completa del diario "El país" escrita por Mario Vargas Llosa.

LOS PERROS NO SABEN REIR


Leer introducción al cuento

Había una vez: un papá, una mamá, un niño y una niña. Como todos los veranos, ese verano irían a visitar al abuelo Pedro, que vivía en la montaña, a sólo algunas horas de allí.

Los chicos adoraban aquel viaje, porque despacito, el paisaje cambiaba. Los altos edificios del centro, comenzaban a hacerse cada vez más bajitos, hasta transformarse en simples casas. Y después las casitas de los barrios, unas pegaditas a las otras, comenzaban a tomar distancia entre ellas y a mostrar hermosos jardines llenos de árboles y flores. Finalmente, la naturaleza predominaba sobre el cemento, dejándose ver majestuosa en todo su esplendor, y ante los ojos de los niños se comenzaban a ver las primeras lomas.

Las pocas casas que se veían por allí eran muy lejanas entre ellas, como la del abuelo Pedro, que se encontraba sola en una lomita. Los niños ya sabían a memoria lo que iban a ver, pero cada vez, miraban entusiasmados, cada uno por su ventanilla del auto.

De repente, el auto frenó por un grito de alarma de la madre.

_ ¡Cuidado!_ gritó ella.

Las gomas del auto dejaron una marca negra, y todos abrieron bien los ojos, mientras el corazón les latía fuerte por la sorpresa de la frenada.

_ ¡Pobrecito!_ dijeron todos. Y vieron como un perro que se acababa de cruzar en el camino huída asustado y despavorido entre medio de la hierba alta.

Era un perro marrón como la tierra seca, con un manto negro, y sobre todo estaba flaco como la rama de un árbol. El padre estacionó el auto en el costado de la ruta, y junto con la madre trataron de buscar al pobre animal en medio de toda aquella hierba que se extendía hasta las montañas más altas. Pero el perro había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Los niños miraron lo más afinado que pudieron entre aquella hierba marrón clara, para ver si lo encontraban, pero la verdad era que el perro se había ido.

_ Tal vez consiga de comer en alguna de las casas de la montaña._ Se consoló la madre.

_ ¡Estoy seguro que es un perro abandonado mamá! ¡No podemos dejarlo solo!_ Protestaron los niños.

_ ¡Tenemos que ayudarlo!_ dijo el más pequeño sollozando.

Entre todos comenzaron a llamarlo con silbidos, pero no funcionó. Entonces la madre pensó que hubiera sido mejor si estacionaban el auto detrás de algunas plantas altas, y si permanecían todos quietos en silencio para no asustarlo.

_ Si tiene hambre, entonces no resistirá a los sándwiches de milanesa que preparé para el viaje. ¿Están dispuestos a regalárselos?_ Dijo la mamá.

_ ¡Siiii!!! Respondieron a coro entusiasmados los niños.

Así fue que la madre, despacio y sin hacer demasiado barullo, colocó uno detrás de otro, trozos de sándwich de milanesa hechas de carne, y el perfume de aquel picnic atrajo irresistiblemente al perro hambriento hacia la trampa que le habían tendido.

Comió los primeros trozos velozmente, y siguió comiendo la fila de carne que le habían dejado, hasta llegar a los que más cerca del auto se encontraban.

_ Shh! Hagamos silencio, sino lo asustaremos y lo perderemos de nuevo._ Dijo el padre.

Así fue que todos permanecieron inmóviles y en silencio, viendo como el perrito asustado se acercaba temblando y lleno de miedo, pero con tanta pero tanta hambre que era capaz de hacer cualquier cosa por un poco de comida.

Llegado al último trozo de sándwich, el más grande de todos, el perro se dio cuenta de que ya era demasiado tarde, se había acercado demasiado al auto y zas! lo habían tirado de la larga oreja hacia adentro.

_ ¡Qué olor!_ Dijeron todos a coro. Porque de verdad que hacía mucho tiempo que no se bañaba y el olor a sucio se hacía casi insoportable. La madre lo acomodó entre sus pies y no dejó ni un solo instante de acariciarlo, a pesar de su pelo duro y sucio, para demostrarle amistad y darle confianza. Pero el perro no paraba de temblar de miedo.

_ ¿Qué nombre le daremos?_ Dijo Nina.

Pero fue allí que todo el entusiasmo se desvaneció porque el papá explicó que el animal no podría quedarse.

_ Lo ayudaremos, y cuando esté bien, lo regalaremos a alguien que pueda tenerlo._ Dijo muy serio.

_ ¡Queremos tenerlo nosotros!_ Respondieron los niños. Pero por más que suplicaran, el padre repitió que no podría quedarse. Aún así podían elegirle un nombre.

Los niños consultaron por un poco y finalmente se pusieron de acuerdo con una velocidad que dejó asombrados a los padres. Le pusieron Punto, porque al perderse en medio de toda aquella hierba les había parecido un punto en el horizonte.

Llegados a la casa del abuelo Pedro, corrieron todos a mostrarle el nuevo amigo. Aquella tarde lo lavaron y lo secaron, aunque a Punto no le gustó nada todo aquello y seguía temblando de miedo por cualquier cosa.

El abuelo, que siempre cocinaba como para un batallón de soldados, le puso en un plato los fideos que habían sobrado y algunas albóndigas con salsa. Y Punto se devoró todo en un instante.

Nina y Evo buscaron en el desván cajas y frazadas viejas para construirle una cucha y hasta le colgaron un cartel en la puerta con escrito su nombre.

Por días y días Punto no se movió de su cucha. Por más que los niños lo llamaran, sus ojos seguían siendo tristes, y se rehusaba a entrar en la casa, aún cuando le ofrecían gustosos trozos de carne. El abuelo había dado el permiso para que, de noche, la cucha de Punto estuviera en la habitación de los niños, dado que estaba muy débil y era mejor cuidarlo un poco. Pero aún así, a la hora de pasar debajo de la puerta, Punto clavaba sus uñas en el piso y no había nada que pudiera moverlo. Por eso los niños tenían que levantarlo en brazos, y llevarlo por las escaleras hasta llegar a la habitación donde estaba su cucha, que aparte las innumerables caricias de los niños, era lo que más tranquilo lo hacía sentir.

Aquella mañana, el abuelo y los niños, salieron muy temprano con la camioneta hacia el pueblo, sin dar demasiadas explicaciones a los padres. Llevaban a Punto del veterinario. Hicieron una larga fila, entre patos, gallinas, gatos y también una que otra oveja.

Como para todas las puertas que había que atravesar, los niños levantaron a Punto en brazos y lo colocaron sobre la camilla del veterinario, mientras temblaba como una hoja seca. Llegado su turno tuvieron que tenerlo entre todos a la hora de aplicarle las vacunas con una grande inyección que parecía no encontrar un poco de carne entre todos aquellos huesos flacos.

Lucas, el veterinario le examinó los dientes, las uñas, lo observó dentro de los ojos y orejas y dictaminó:

_ Probablemente Punto era un perro de caza. Aproximadamente tendrá cinco o seis años. Tiene algunas viejas heridas de guerra, probablemente de jabalí salvaje. El jabalí es su enemigo número uno, y así como lo ven de bueno y temeroso, se transforma en una bestia cuando se enfrenta a uno. Ah, pero no se preocupen! _ dijo el veterinario viendo las caras de los niños_ dentro casa es el animal más bueno, educado, respetuoso que pueda existir.

Los niños volvieron a casa con una libreta de identidad que en la tapa decía “Punto”. Aún así aquello no serviría para convencer a los padres de que pudieran adoptarlo.

Aquella noche Nina y Evo imaginaron juntos la historia de Punto. En base a lo que había dicho el veterinario, y otras cosas que el abuelo había contado sobre los cazadores y los perros de caza, los niños dedujeron que Punto, terminada la estación de cacería, se había perdido perdiendo el rastro de su grupo en algún riachuelo, y no sabiendo sobrevivir solo en aquel inmenso lugar, vagaba perdido y asustado, casi moribundo, como lo habían encontrado.

Debido a la rigidez de la preparación para la caza, Punto había estado encerrado en una jaula durante largos meses, para desatar toda su furia contra el jabalí a la hora de encontrarlo, y tal vez por ello temía tanto las puertas, por miedo a quedar encerrado allí largos meses en soledad.

Aquella noche los niños lloraron muchísimo, mirando aquel animal lleno de cicatrices, que había perdido casi todo el pelo por la desnutrición y que parecía apenas una bolsa de viejos huesos cansados. Por la mañana la madre, cuando fue a despertarlos, los encontró durmiendo en el piso, abrazados a aquel pacífico animal que comenzaba a querer a los niños como ellos lo querían a él.

Los días de las vacaciones en casa del abuelo Pedro fueron pasando y era hora de volver a casa. Punto viajó con su cucha en la parte trasera del auto. Aún así era triste el adiós con la montaña, con la naturaleza, con la casa del abuelo, porque volver a la ciudad significaba que los niños no podrían quedarse con Punto, puesto que no le podían ofrecer un lugar en aquel pequeño departamento en el que vivían.

La madre hizo una bella foto a aquel animal que, poco a poco comenzaba a estar mejor. El pelo le había crecido y también un poco la barriga, sus ojos estaban un poco más vivaces y la largas orejas lo hacían parecer un apuesto animal doméstico. Entre todos hicieron un aviso para regalarlo a quien pudiera cuidarlo mejor, pero la elección del nuevo dueño quedaría en manos de Nina y Evo. Ese era el trato.

Tocaron a la puerta algunas personas, que aunque tal vez merecían tener un animal como Punto, pero vivían muy lejos como para que Nina y Evo pudieran ir a visitar al animal. Las visitas periódicas para ver como se encontraba Punto, también eran parte de trato.

Los días seguían pasando y la madre comenzaba a notar que ninguna persona en el mundo sería para Nina y Evo, merecedora de un perro como Punto. Y viendo que la estadía se extendía demasiado tiempo, tomó la decisión de elegir personalmente a la persona que sería el dueño de Punto.

Los niños rogaron, lloraron y suplicaron pero la madre dijo que aquella misma tarde alguien vendría a buscar a Punto, y sería su nuevo dueño.

Sonó el timbre pero Nina y Evo no quisieron abrir la puerta de la habitación. Habían disfrazado a Punto de oso de peluche para que no se lo llevaran. Hasta que sintieron una voz familiar.

Abrieron la puerta y fueron los tres corriendo a saludar al nuevo dueño. ¡Hasta Punto de la alegría olvidó su peor miedo y atravesó las puertas! ¡El abuelo Pedro había decidido tener a Punto en su casa! Un perro tan bueno no podía ser abandonado otra vez y el abuelo en aquellos días se había encariñado tanto que lo llevaría a su casa.

Las visitas periódicas a Punto fueron cada verano, cada Navidad, Pascua, Reyes Magos, Año nuevo, día de la primavera y por supuesto el día de cumpleaños de Punto.

Cada vez que los niños estaban por llegar, minutos antes de que el auto estacionara, Punto empezaba a agitarse y ladrar, correr y saltar. En poco tiempo Punto recobró su hermoso pelo y su salud. Y ha vuelto a sonreír. Aunque algunos aún afirman que los perros no saben reír.


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DICEN QUE... LOS PERROS NO SABEN REIR

Eso es lo que ustedes creen. Para mí se ríen de nosotros y de cómo nos complicamos la vida. De todos modos el tema no es ese, el tema es este cuento para niños que ganó un lugarcito en el libro “La sopa de letras” de Fergutson, junto a cuentos de otros autores, entre quienes Mar Solana, es la historia de un perro abandonado. Y fue ella que esta mañana me hizo pensar, porqué no? Porqué no darle color a Punto, después de haberle dado color a Violeta, Doña Nube y Erino? Dicho y hecho. Tomé el dibujo original en blanco y negro y le di el color que necesitaba para compartirlo con todos.

La historia modificada es la historia verdadera de mi perro Pluto. Por motivos de privacidad su nombre fue cambiado por “Punto”. También la historia fue modificada. Lo encontramos cuando estábamos de novios mi marido y yo, en un viaje que hacia Roma. Logramos agarrarlo, casi moribundo y anulamos el viaje para llevarlo a casa. El resto es historia, hace 10 años que vive con nosotros y su bondad es infinita.



En este cuento para niños intento rescatar el alma simple de quién, aún sabiendo el empeño y los cuidados que necesita un animal, decide adoptarlo. Aquí en Italia, donde la limpieza es una prioridad, los animales tienen prohibido entrar en parques y jardines, y son vistos sólo como una fuente de gérmenes y suciedad. Muchas veces personas que quiero mucho y que son muy religiosas me aconsejaron deshacerme del problema de los pelos del perro dándole una albóndiga envenenada. Me parece terriblemente triste que mis hijos crezcan con una sociedad que desprecia los animales y no sabe ver el infinito amor curativo que sólo ellos son capaces de dar. Rescatando la espontaneidad y la inocencia de los niños que tienen cuenta de la suciedad o los pelos, dedico a todos ellos mi cuento…

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PASE LO QUE PASE…

Dos semanas desde que empecé mi nuevo trabajo pasaron volando. La familia se reacomoda, los horarios, los tiempos dedicados a cada cosa. Mi nuevo trabajo es vender abonamientos de televisión privada, y por supuesto como vendedora no podía hacer menos que poner una parábola en casa y ver lo que vendo. Me gusta, ahora cuando puedo miro películas y, no pudiendo con mi genio, escribo las frases que me tocan de cerca.


Hace tiempo que no sigo las noticias desde cerca. Sin embargo, me entristece mucho lo que pasó en Japón y aún no terminó de pasar. Me uno a las condolencias, y espero que la situación de los reactores nucleares pueda ser tenida bajo control. Esta experiencia tendría que ser un precedente, tendría que enseñarle algo a la humanidad, eso espero. De más está decir que soy pro-energías renovables. Para los que quieran tener una idea de la situación basta ir al sitio de Greenpeace.
Cambios en el mundo aparte, esta mañana, abrí el correo electrónico y me llevé una gran sorpresa. Mi amiga a la distancia, compañera de letras, Mar Solana me presentó en su blog, y entre correos, comentarios y la bellísima nota que me dedicó, algo en mi domingo cambió para mejor. Me dieron ganas de escribir, de contar, de seguir haciendo lo que me gusta de verdad, aunque no pueda hacer de ello mi trabajo, por ahora.


Vender nunca fue mi fuerte. No sé presionar, a mí me gusta ser sincera con las personas y no las puedo obligar a hacer algo que no quieren. Me pongo siempre en el lugar de los demás y un vendedor no tendría que hacerlo. Sé que tampoco este trabajo durará mucho para mí. A veces creo que soy una eterna anti-conformista, y me pregunto si habrá un trabajo que me pueda calmar. Si, si lo tomo como trabajo y no como algo que me tiene que hacer feliz. Tal vez sea ese el secreto, entender que un trabajo es solo eso, y que lo importante está en otra parte. En casa, cuando abrimos la puerta y alguien mueve la cola por nuestra llegada, o se nos tira encima para abrazarnos.


Pero yo quiero más, quiero alegría en mi trabajo, quiero amigos, quiero risas, porqué no?! Por el momento vuelvo a lo que me gusta, la primera cosa que dejo de lado cuando estoy muy ocupada. Escribir. Contar con palabras estampadas. Las que salen de mi boca son siempre menos poéticas. Si supiera hablar como escribo! Vendería a paladas!


En la película que vi ayer, una loca que creía ser la actriz de “La dolce vita” de Federico Fellini, repetía un par de veces a una amiga golpeada por la vida una frase del mismo Federico. Era algo así como “Pase lo que pase no dejes nunca de apreciar la risa de los niños que juegan”. Por eso pase lo que pase nunca dejes de apreciar la risa de los niños cuando juegan, nunca dejes de apreciar la cola de un perro que te saluda alegre, no dejes de llorar por el dolor de los otros, pae lo que pase nunca dejes que tu corazón se vuelva de piedra...

1 de marzo de 2011

ALAS PARA VOLAR


Una tarde de marzo o abril, cuando apenas el sol nos invitaba a salir afuera, encontré en mi terraza un pajarito muerto. Era pequeño, a penas formado y sin plumas. Había caído de algún balcón, queriendo seguramente volar. Enseguida llamé a mis hijos que estaban con dos amiguitos, para que lo vieran. Pensé que podría interesarles ver de cerca un animal aunque temí no poder responder a demasiadas preguntar sobre la muerte.


Ellos tomaron la situación con espíritu de exploradores. Lo miraron, lo investigaron y decidieron hacerle una tumba en una grande maceta que tenemos en la terraza. Una piedra hizo de lápida conmemorativa y le escribimos su nombre “Pimpi” acompañado de las siglas R.E.P. Por algunos meses mis hijos le pusieron flores silvestres recogidas aquí y allá.


Esta mañana, en cambio, años después del entierro de Pimpi, mi hija de seis años me repitió una frase salida de la boca de una de sus compañeras de escuela. La niña insiste en decirle a los demás que cada uno es libre y que sus padres no pueden mandar en sus vidas (niños de 6 años!). Al principio la frase me chocó y traté de contrastarla completamente poniendo un muro delante, diciendo todo lo contrario. Pero la respuesta no dejó tranquila el alma de mi hija y la frase hoy volvió a surgir.


Entonces me acordé de Pimpi, y le respondí con su historia.


_ Mi amor, te acordás de Pimpi?_ le dije.


_ Si mamá, porqué?


_ Porque quiero que pienses en él cuando tu amiga diga que no necesitás de tus padres. Todos tenemos alas para volar en libertad, pero necesitamos de los mayores para que nos enseñen a usarlas, porque si tratamos de usarlas demasiado temprano podemos caer desde lo alto y hacernos muy mal. _ le dije.


_ Como le pasó a Pimpi, que no tenía a su mamá al lado. _ reflexionó ella.


_ Exacto! _ seguí._ Una mamá y un papá tienen que estar siempre cerca de su pichoncitos para enseñarle lo que se puede hacer y lo que no, porque si lo dejaran solo, tratando de volar con alas pequeñas que aún no están preparadas para grandes alturas, todo puede salir mal.


Ella siguió haciendo lo que estaba haciendo y mientras su cabeza ya parecía pensar a algo nuevo le dije: “Mamá siempre va estar con vos”.

Y dentro de mí seguí la frase: “… va a ser difícil verte crecer y dejarte usar esas alas maravillosas sola, pero así será. Nunca seré una jaula, sino el viento que te ayude a volar en libertad”.


B.A



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