30 de diciembre de 2010

Y SI EN AÑO NUEVO…

Foto: "Nile eyes" de Gerardo Angiulli


Y si en año nuevo cambio? Después de todo, como dicen: “Año nuevo, vida nueva”. Si, la verdad que me gustaría cambiar algunas cosas el año que viene, pero visto que he citado una frase hecha, cito otra y digo. Creo que así como todos los días deberían ser Navidad para recordarnos que tenemos que tratar de ser personas mejores, creo que todos los días tendrían que ser Año Nuevo, para tratar de empezar de cero las cosas que no funcionan.
Después de todo, no significa nada. Porque del 31 de diciembre al primero de enero no hacemos otra cosa que comer, tomar, y estar en lo más agradable posible de las compañías. En esos dos días, digámoslo con sinceridad, no hacemos un carajo para darle otro rumbo a nuestras vidas. Es un trabajo que lleva todo el año, todos los años, toda una vida.

Querer cambiar las cosas no es trabajo simple. Lo importante es tener siempre a portada de mano nuestros valores, nuestras convicciones, nuestros ideales, y no dejar de lado jamás las personas y los sentimientos que le dan sentido a nuestras vidas.

Termino el año cubierta de cartas de abogados. Me escribe gente que vive pensando que en este mundo, los que esperamos justicia nos asustamos por una carta certificada. Me escribe gente que cree poder comprarlo todo con el dinero. Yo, me armo de paciencia. Me pongo los guantes y subo al ring, pequeña pero no asustada. Aunque ellos sean el ruso súper- entrenado para matar, y yo sea un modesto Rocky Balboa, subo al ring sintiendo en la cabeza a todo volumen “Eye of the tiger”, y aunque puede darse que yo caiga K.O., puede darse que ellos escupan mucha sangre antes de verme caer.

Yo creo en la justicia, en las leyes, en la verdad, en el karma. No me hace falta ir demasiado lejos para ver que lo que yo tengo ellos no lo tendrán nunca. Porque yo nunca perdí de vista lo que era importante, lo que llevo dentro de mi corazón.

Vivo rodeada de corrupción (vivo en Italia). Vivo en un mundo donde mandan el poder de matar y el poder del dinero. Pero una cosa sé. Que los grandes imperios caen. Que no estamos obligados a seguir el modelo que nos imponen, que tenemos un cerebro que puede pensar, independientemente de las verdades de los otros.

Para el Año Nuevo mi deseo es cambiar el mundo. Es un deseo para el cual trabajo todo el año, y espero que lo hagan así también ustedes. Porque no se olviden que un gran desierto está formado por minúsculas partículas de arena. Les regalo una poesía de Borges, para que empiecen el Año con ganas de hacer muchas cosas buenas. Fue leída por el escritor de “Gomorra” en un programa de televisión italiano que hizo mucho por cambiar este mundo… y a mí me encantó. La comparto con ustedes…



Poema Los Justos

de Jorge Luis Borges





Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.






21 de diciembre de 2010

AIRE DE NAVIDAD



La Navidad se acerca y, sobre todo se respira en el aire. Por aquí anduvo anticipando un poco de su magia con algunos copos de nieve, y tengo que admitir que, aunque extraño mis Navidades con 35 grados de calor, al aire libre, con mucho verde y pileta, la clásica Navidad con nieve de esta parte del globo, tiene algo especial.

Afuera todo es blanco, pero lo que importa es que adentro haya calor. Lo importante es que se dejen de lado malentendidos y broncas pasadas y se reúna con la familia. Lo importante es que dentro del corazón de cada uno de nosotros, a pesar de que el mundo sea frio y siga su curso alocado, todo se detenga y sea silencioso y calmo como cuando caen los primeros copos de nieve. Como cuando todo parece ir en cámara lenta, y aunque es una cosa vieja como el mundo, logra siempre arrancarnos una sonrisa. Así como en ese hogar que calienta nuestras casas tiramos continuamente leña para darnos calor, que queme siempre en nuestro corazón una llama de esperanza, de ilusión, de amor.

Esta Navidad más que nunca me recuerda cual es la cosa que le da sentido a estas fechas, y, sinceramente cual es la cosa que le da sentido a cualquier fecha del año. Ellos. Esas dos criaturas que esperan ansiosas. Que abren día a día un calendario Navideño con ventanitas de chocolate que se vacía todos los años antes de tiempo. Que cuentan, que desean ansiosos, ese momento, que no gira solamente alrededor de un regalo, gira alrededor de un momento de magia, en el cual, necesariamente estaremos junto a otros, familia o amigos que sean.

Se preguntaron alguna vez porque en esta fecha del año seguimos una tradición que a veces en la vida cotidiana no nos apasiona? Muchos de nosotros, no vamos a la iglesia y no profesamos o practicamos la religión del hombre que nació el 25 de diciembre de 2010 años atrás. Y sin embargo, para nadie pasa desapercibido este momento. Es que en Navidad festejamos el nacimiento de un niño especial, único, en el que los hombres habían depositado esperanzas de paz y de armonía para este viejo y cansado mundo. Y yo creo que todos seguimos el mismo festejo porque en el fondo queremos creer que sucederá. Que por algún hecho histórico, o bajo la forma de una persona, la magia de la paz en el mundo un día será realidad. Cuando a media noche abrazo a los que quiero, la euforia de que algo cambiará hace latir más fuerte mi corazón.

Pero hay algo que recuerdo siempre. Para mí, es siempre Navidad. Para mí, cada niño que nace en el mundo trae un mensaje de amor y paz. Trae algo de los ángeles y nos recuerda que el cielo no está tan lejos. No importa si nace en Palestina, Israel, África, Perú, Australia, España o Argentina. Cada niño que nace es hijo de Dios. Cada niño que nace recuerda a los hombres que no solo en Navidad tienen que ser mejores, tienen que serlo siempre. Cada inocente criatura morirá crucificada si no ponemos fin a los males de este mundo, si no nos despertamos y entendemos que Navidad es todos los días. Y todos los días hay que dar lo mejor de sí mismo para convertir este mundo en un mundo mejor, por ellos, por ese niño que nació aquel 25 de diciembre, y por los otros millones que nacen cada año. Porque sin su mirada dulce, no tendríamos credo, porque sin el corazón inocente de un niño, este mundo ya habría desaparecido entero.

Les deseo una Feliz Navidad a todos!! Con afecto… Bibiana.

14 de diciembre de 2010

UN INTRUSO EN EL JARDIN

(Mientras nos preparamos para Navidad, les dejo para leer un cuento de Navidad, para chicos y grandes, publicado por Editorial Fergutson el año pasado...)


María se despertó una mañana, abrió las persianas y encontró una sorpresa en el jardín del condominio. Desde el primer piso de su casa se veía perfectamente. Justo en el medio y con un aspecto algo penoso, un muñeco de nieve con una bufanda roja le daba los buenos días. Pero había algo de extraño en aquel muñeco, María lo observó por algunos minutos y antes de dirigirse al baño a lavarse la cara y los dientes, se colocó los anteojos para ver mejor. Por empezar, las fiestas habían pasado, era ya el 10 de enero, y por lo general los muñecos de nieve se hacen antes de las fiestas. Segunda cosa, ¿quién lo había hecho? No vivían niños en ese edificio, allí eran todos ancianos. Así fue que, no teniendo nada mejor en que ocupar su tiempo, María bajó después del desayuno a observar desde cerca al nuevo intruso.

_ Muy mal hecho.

_ La verdad que sí. _le respondió Nazareno, el vecino de al lado que al ver a María sola en el jardín observando esas dos pelotas de nieve una sobre la otra, bajó a investigar qué sucedía.

_ ¿No lo habrás hecho tú? _ preguntó María.

_ Absolutamente no! _ respondió Nazareno enojado _ Cómo se te ocurre que me ponga a hacer muñecos de nieve en el medio de un hermoso jardín como este. Y además, con la poca nieve que queda está tan sucio de tierra, y con esa vieja bufanda de lana, no hace más que dar pena y afear nuestro jardín.

_ Shhhh _ dijo María _ No, grites, que puede ser que hayan sido los nietos de la del segundo piso, y si te escucha decir que es feo se enojará.

_ No me importa! _ gritó aún más fuerte Nazareno _ Es horrible y basta! No entiendo a quién se le puede haber ocurrido hacer semejante cosa sin ni siquiera pedir permiso a nosotros, los dueños de este lugar!

Los gritos de Nazareno atrajeron hacia los balcones a los otros cuatro vecinos. El condominio estaba compuesto por seis departamentos, y el jardín, que pertenecía a todos por igual.

Después de unos instantes se había armado un gran alboroto alrededor del muñeco. Ya todos los vecinos, menos la del segundo piso a la izquierda, discutían sobre el muñeco, queriéndolo derribar si no aparecía de inmediato quién lo había construido.

_ Voy a buscar la pala _ dijo Nazareno _ solucionaremos en seguida el problema, y a quién va construyendo horribles muñecos por las noches se le irán las ganas de arruinar un jardín como este.

_ No, espera _ dijo Cándida, la señora viuda del tercer piso a la izquierda _ No lo tocaremos hasta no saber quién lo ha hecho. Propongo una reunión en mi casa para hablar del tema esta noche, y resolver la cuestión pacíficamente. Invitaré a todos los que vengan a hablar como personas adultas con chocolate caliente.

Y nadie faltó. Porque el chocolate caliente de Cándida era irresistible, y capaz de ablandar, al menos por unos instantes, los corazones más duros del vecindario. Cándida con los años había aprendido cómo tratar a gente cabeza dura como esos vecinos, y nunca se ponía a discutir por pequeñas cosas, trataba de llevar a todos a resolver las cosas en paz.



Durante la tarde en cada casa se discutió del tema, y a la noche, en casa de Cándida cada uno dijo su opinión. Nazareno y su esposa sostenían que había que derribar el muñeco sin importar quién lo había hecho y porqué. Mario, del segundo piso a la derecha estaba de acuerdo con ellos. María, que lo había descubierto, quería que antes de derribarlo se descubriera la verdad, quién lo había hecho y porqué no había pedido permiso a todos los vecinos para hacerlo. Los vecinos más ancianos del edificio, coincidían con María. Cándida guardó su opinión para el final, pero antes habló la del segundo piso a la izquierda.

_ Yo pienso que no tendríamos que tocarlo.

_ Ehhhh!!!! _ Un suspiro general se oyó en la sala, y comenzó el alboroto nuevamente.

_ Dejemos hablar a Josefina _ Pidió por favor Cándida.

_ No tiene derecho! _ Dijo Nazareno _ Hace solo dos meses que vive aquí, como se atreve a decir que deberíamos dejar ese horrendo monstruo en nuestro jardín!

_ No es un monstruo _ dijo Josefina _ Alguien hizo un muñeco de nieve en nuestro jardín y yo creo que es algo hermoso.

_ ¿Hermoso?? _ Respondieron a coro algunos vecinos.

_ Si, hace años que no veía uno en ninguna parte de esta ciudad.

_ Después de todo, ¿que mal nos puede hacer tener un muñeco de nieve en el jardín? _ preguntó Cándida _ Con el llegar de la primavera se derretirá y nadie tendrá que derribarlo.

_ Ese horrible monstruo... _ murmuró Nazareno.

_ Está bien, que se quede hasta que el sol lo derrita, podrían haberlo construido los nietos de cualquiera de nosotros _ agregó María.

_ Votemos _ dijo Cándida.

Todos se quedaron pensando en las palabras de María. ¿Qué pasaba si el muñeco había sido construido por los nietos de alguien del edificio? ¿Qué clase de salvajes eran los abuelos que destruirían la sorpresa de los nietos? El muñeco había aparecido un lunes a la mañana, así que podría haber sido construido por algún nieto antes de volver a su casa.

Así fue como se quedó en el jardín, y todos, pensando que podrían haber sido los propios nietos los autores de la sorpresa, dejaron de llamarlo monstruo y le dieron un nombre elegido por los niños. Lo llamaron Pino.

Pino se quedó en el jardín hasta la primavera. Los niños jugaron con él, y le pusieron nieve en los agujeros que cada tanto se le hacían, le acomodaron la bufanda cuando el viento se la hacía volar, y le cambiaron varias veces la zanahoria que tenía por nariz. Pero no se sabía quién lo había construído.

Con el llegar de los primeros rayos de sol, la nieve se comenzó a derretir lentamente y algo inesperado sucedió. Se comenzaron a ver dentro de Pino pequeñas ramitas de árbol. Nazareno lo observó de cerca, y con el pasar de los días, los vecinos descubrieron que Pino escondía otro secreto: en realidad el muñeco había servido para despistarlos, lo que escondía era un pequeño árbol de pino!

_ Este sí que es un monstruo _ dijo María _ Seco, flaco y feo.

_ Tendríamos que haberlo sacado desde el principio _ dijo Nazareno.

Y así fue que recomenzó el escándalo entre vecinos. Y así fue como Cándida tuvo que invitar a todos a tomar limonada a su casa para tratar la cuestión pacíficamente. Pero esta vez no se llegó a ningún acuerdo. Por más que las mujeres más dulces del edificio trataran de convencerlo, esta vez Nazareno estaba decidido a buscar su hacha y cortar el árbol. Simplemente porque su aspecto era feo, después de pasar un invierno escondido debajo de la nieve.

_ Si no aparece la persona que lo plantó engañándonos a todos, este mismo domingo lo convertiré en leña _ sentenció Nazareno.

Todos se quedaron sin palabras, menos Josefina, la vecina del segundo piso a la izquierda, que se empeñaba en convencer a todos que quitarlo era un error. Decía que había que darle al menos una primavera de oportunidad, porque como cualquier cosa, si uno corta el tronco de entrada no deja crecer lo bueno.

_ Lo cortaré este mismo domingo, si no confiesa que ha sido ella la que nos ha engañado a todos!_ dijo Nazareno acusando a Josefina.

Así fue que ese domingo por la mañana, delante de los ojos de todos los vecinos que observaban desde los balcones, Nazareno se dirigió hacia Pino con el hacha en mano. Y dio el primer golpe. Todos cerraron los ojos, porque al final, no había nada de malo en probar si un árbol lograba crecer. Cuando estaba por dar el segundo golpe, se oyó una voz.

_ Fui yo! _ dijo la voz.

_ ¿Quién habló? _ preguntó Nazareno mirando hacia los balcones.

Fui yo, abuelo! No lo cortes! _ le dijo su nieto des seis años corriendo hacia è y abrazandole las piernas.

Nazareno dejò caer el hacha y se llevò a su nieto en abrazado fuerte y sin decir nada. El niño luego contó que había sacado de la basura el árbol de navidad que los abuelos habían comprado en el supermercado, casi seco y sin vida. Contó que lo había plantado en el jardín con la ayuda de otros nietos del vecindario para que Pino no muriera, y que la idea de disfrazarlo para que lo dejaran vivir allí, había sido suya.

Después de ese día no se discutió más sobre el tema, y Pino comenzó a sacar sus primeras ramitas verdes, al final del verano era un hermoso árbol en el medio del jardín. Para la navidad siguiente había recuperado su tamaño normal, y cada navidad crecía de altura al igual que los niños del edificio, hasta que los sobrepasó y se volvió altísimo y majestuoso. Cada navidad no alcanzaban las lucecitas del año anterior para adornarlo por todo lo que crecía, y en verano su sombra daba respiro a los ancianos en las acaloradas tardes.

No pasó un día sin que Nazareno se preocupara de si le faltaba agua o si había que podarlo. Y así fue como el monstruo del jardín se convirtió en el árbol más hermoso de todo el barrio. Y así fue como en ese vecindario todos los árboles de navidad comenzaron a ser salvados. Ningún barrio es tan bonito, tan lleno de aire puro y tan verde como ese. Pareciera que un mágico encanto se hubiera volcado en ese lugar, y sin embargo nadie ha hecho más que una simple cosa: dejarlos crecer...