1 de septiembre de 2010

EL GUSANO EN EL DURAZNO

Después de este verano no me queda duda de los gusanos saben elegir bien los mejores duraznos, los más dulces, los más sabrosos, y sobre todo los que no tienen pesticidas. Porque cada vez que fui a morder uno con todas mis ganas de frescura en un día de calor, terminé por tirarlo de golpe gritando como una loca.

No hay nada que me de más asco que un gusano. Y pensar que antes o después me convertiré en unos cuantos. Somos todos papa para los gusanos, se dice por estas partes. Y desde el día que lo sentí caminando por mi mano, hasta el día que casi lo muerdo… no paré de pensar qué el enésimo gusano traía algún mensaje para mí.

Me llevó algunos días y al final, entendí, entendí la lección. El gusano quiere lo mejor de la vida. Si tiene que nacer y morir en poco tiempo, de seguro no va a ir a un durazno agrio, ni lleno de veneno. Elige el lugar donde vivir y comer el gusano, pero que sea el mejor. Yo, cabeza dura como soy, no dejé tampoco de elegir los que más me tentaban, aún sabiendo que mi temido enemigo estaría allí. Y así en la vida, aprendí del gusano que se estaba ahí solito comiéndose el durazno más delicioso del árbol, que la vida puede terminar en tan solo un segundo, y por eso elijo yo también vivirla a pleno.

Después de todo ya se sabe, que peor que ver un gusano entero es ver medio. Aún así seguiré mordiendo.



B.A.

1 comentario:

  1. Años buscando en el fondo de mi casa si algún carozo relegado de veranos pasados mutaba, despreciando las leyes de la genética, retando a la Monsanto y reverenciando a Darwin, para endulzarme con algún sabor nuevo. Pero lo vengo a descubrir en el sucio de café monitor de mi PC . No importa que tenga gusanos ... me arriesgo igual (algunos gusanos son mantecosos)

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