2 de diciembre de 2011

SOLO SE TRATA DE CREER

Esta mañana iba apurada para ir a trabajar. Agarro por el mercado callejero así voy mirando cosas que por ahora no puedo comprar. Un chico me habla rápido y me sigue el paso pidiéndome que lo escuche. Es joven, muy joven. Lindo, bien vestido. Tiro afuera mi gesto de siempre para espantar a los que piden colaboraciones monetarias. Pero una frase en el medio de todo ese rápido hablar me golpea duro “Usted despreciaría a uno sin madre como yo?”

La frase hace eco en mi mente y es sólo en ese instante que lo veo. Un joven crecido en un orfanato. Demasiado grande para permanecer allí, el gobierno le da las espaldas para seguir estudiando. Cuando le sonrío me pregunta: Porqué? Usted adoptaría a uno como yo? Le respondo que sí, su mirada es transparente. Finalmente saca sus fotografías, estampadas en bello cartón, y la primera es un tigre del Bengala, justo el animal que apasiona a mi hijo en este momento. Le doy los únicos cinco euros que tengo en la billetera.

Con un beso cierra nuestro contrato y desaparece entre la gente. Me despierto del encanto y me doy cuenta de que no hay credencial, ni certificado, ni nada que testimonie que todo lo que me contó pueda ser verdad. Me engañó. Su madre estará en casa mirando TV mientras yo limpio pisos. Pero no me importa, yo creo en todo lo que me dijo, después de todo un chico tan joven no debería estar en la calle humillándose vendiendo fotografías. Deseo que sus sueños se hagan al menos un poquito realidad.

Termino de trabajar y paso otra vez por el mercado. Un chico, esta vez no tan joven, me habla rápidamente y sigue mi paso. Antes que me cuente su historia de huérfano le hago ver el tigre de Bengala. Se aleja en silencio y me deja en paz con mi ilusión de que todo vuelve, y de que hoy soy una persona mejor que ayer.

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