1 de marzo de 2011

ALAS PARA VOLAR


Una tarde de marzo o abril, cuando apenas el sol nos invitaba a salir afuera, encontré en mi terraza un pajarito muerto. Era pequeño, a penas formado y sin plumas. Había caído de algún balcón, queriendo seguramente volar. Enseguida llamé a mis hijos que estaban con dos amiguitos, para que lo vieran. Pensé que podría interesarles ver de cerca un animal aunque temí no poder responder a demasiadas preguntar sobre la muerte.


Ellos tomaron la situación con espíritu de exploradores. Lo miraron, lo investigaron y decidieron hacerle una tumba en una grande maceta que tenemos en la terraza. Una piedra hizo de lápida conmemorativa y le escribimos su nombre “Pimpi” acompañado de las siglas R.E.P. Por algunos meses mis hijos le pusieron flores silvestres recogidas aquí y allá.


Esta mañana, en cambio, años después del entierro de Pimpi, mi hija de seis años me repitió una frase salida de la boca de una de sus compañeras de escuela. La niña insiste en decirle a los demás que cada uno es libre y que sus padres no pueden mandar en sus vidas (niños de 6 años!). Al principio la frase me chocó y traté de contrastarla completamente poniendo un muro delante, diciendo todo lo contrario. Pero la respuesta no dejó tranquila el alma de mi hija y la frase hoy volvió a surgir.


Entonces me acordé de Pimpi, y le respondí con su historia.


_ Mi amor, te acordás de Pimpi?_ le dije.


_ Si mamá, porqué?


_ Porque quiero que pienses en él cuando tu amiga diga que no necesitás de tus padres. Todos tenemos alas para volar en libertad, pero necesitamos de los mayores para que nos enseñen a usarlas, porque si tratamos de usarlas demasiado temprano podemos caer desde lo alto y hacernos muy mal. _ le dije.


_ Como le pasó a Pimpi, que no tenía a su mamá al lado. _ reflexionó ella.


_ Exacto! _ seguí._ Una mamá y un papá tienen que estar siempre cerca de su pichoncitos para enseñarle lo que se puede hacer y lo que no, porque si lo dejaran solo, tratando de volar con alas pequeñas que aún no están preparadas para grandes alturas, todo puede salir mal.


Ella siguió haciendo lo que estaba haciendo y mientras su cabeza ya parecía pensar a algo nuevo le dije: “Mamá siempre va estar con vos”.

Y dentro de mí seguí la frase: “… va a ser difícil verte crecer y dejarte usar esas alas maravillosas sola, pero así será. Nunca seré una jaula, sino el viento que te ayude a volar en libertad”.


B.A



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2 comentarios:

  1. ¡Hola Bibiana!. Vengo desde el blog de Mar Solana y me gusta lo que he leído hasta ahora. Por ello y por los comentarios que hace de ti Mar, me hice seguidor y estaré por aquí durante un tiempito, si te parece bien.
    Me gustó mucho como usaste el incidente con el pajarito para explicarle a tu hija la necesidad de unos padres que enseñan a volar con sus consejos y normas y no "cautivan" su libertad por ello.
    Un placer conocerte. Saludos.
    Ibso.

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  2. Hola Ibso!

    también un placer para mí conocerte, he dado también yo unA vuelta por tu blog y me gusta como has combinado amor por la madre tierra y literatura. Ti tengo d'occhio! (Estaré mirando yo también lo que escribes!)

    Un abrazo grande!! Bibiana.

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